martes, 18 de diciembre de 2007

Flecha Verde por La Greca


No tengo don, carezco de toda
habilidad, mi arte -se sabe-
es disciplina. Nada me ha tocado.
Del amor no obtuve sino el vano
trébol de la tierra; y del mar,
el caracol fallado.
No soy como los otros. Ni alado
ni dueño de esa fuerza que viene
no sé de dónde. Soy
arquero. Un vestido, un corazón,
una manzana. Mi arma atraviesa
las pequeñas cosas del mundo.
Soy el que al caer la tarde
se interna en el bosque encantado,
toca la áspera madera de los pinos
y cruza, con el frío acero de la
flecha, los nombres encerrados
en el corazón de la corteza.
Es de noche. Está todo oscuro. Mis flechas
han perdido el rumbo. Llevo
la última en la espalda. Tenso el arco, el canto
de la cuerda en el oído. No se oye nada. Sólo
las crujientes hojas del bosque, el batir
extraordinario de unas alas. Ya se ha ido. Ya
avanza por la noche, por el brillante día, la flecha
que no tiene blanco.

1 comentario:

juan dijo...

buenas, llegué por un comentario de puloverchito en flickr.

En fin, lo poco que vi hasta ahora de este blog me gusta mucho. Esta "reflexión" de flecha verde es buenísima...
seguiré leyendo
saludos!