jueves, 13 de diciembre de 2007

ZOO (divertido por naturaleza)


Me levanté temprano y me fui al zoológico. Llegué a las diez y media, media hora después de que abra, tratando de que no estuviera lleno de gente. Y así fue, algunos turistas, y mucha madre sola con los hijos. Hay que ir para ver como las madres manejan a sus hijos, toda una experiencia. Como la que obligó a toda costa a su hijo a que le de de comer a los cervatillos para poder sacarse la foto. El niño estaba aterrado con los animales (o con su madre, no se sabía)
Que decir del zoológico? todo me parece sin sentido. Solo fui para observar. La situación inicial con la que estoy empezando a trabajar tiene que ver con el cautiverio y la falta de libertad.
Es toda una experiencia permanecer frente a una jaula. La mayoría de los visitantes no dura mucho tiempo frente a una misma jaula. Se asoman, encuentran el animal, se ponen para la foto, y luego? nada más. Huyen rumbo a otra novedad. Quedarse y permanecer implica hacer explicito lo evidente. La tremenda angustia que genera (eso que no se qué es, no voy a ponerme a hablar sobre los sentimientos de los animales) observarlos durante un largo rato. No pasar, quedarse.
Estuve mucho con el oso polar. Y los mandriles. Y pancho ( o gaucho, no me acuerdo), un chimpance de 50 años que está solo en una jaula vidriada por que los otros chimpancé lo cagan a palos, y él está muy viejo y no se puede defender. Estuve mucho rato mirándolo, él estaba pegado al vidrio, tan aburrido como un chimpancé en una celda. En un momento me miró a los ojos, y yo me dije, guau! hice contacto. Así estuvimos un rato largo. Después me levanté, y leí en el cartel explicativo toda la historia que conté sobre cómo lo trataban sus antiguos compañeros. Y sobre su precario estado de salud. Y que (ups!) era ciego.

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