sábado, 27 de octubre de 2007

Marplatenses


El año pasado tuve la oportunidad de compartir una cena a la que me había invitado una persona (marplatense) que por un largo tiempo desvelo mis noches. Esta persona había tenido una infancia (marplatense) que se había cruzado con la de Marilu Marini (marplatense también). Así fui a la cena. Para conocer a esta actriz, y por el solo hecho de que esta persona quería que lo acompañase. Hubiera ido a cualquier lado en realidad. En fin...
La cena era en un contexto nada agradable (por el resto de la gente, por los intereses en juego, por que me pongo nervioso en esas situaciones). Pero la calidez de Marilu hizo todo más agradable.
Así fue que la charla derivo en algún momento hacia nuestro lugar de origen: Mar del Plata.
Ella recién llegaba de una visita a la ciudad, luego de un largo tiempo, y me comentaba su impresión. No nueva, pero si renovada con la cercanía del viaje. " UNA GRAN PRESENCIA DE LA AUSENCIA", me decía. Una ciudad con una gran presencia de la ausencia. Quien haya vivido en una ciudad balnearia lo sabe. Nueve meses al año esperando. Pasando el tiempo en los espacios preparados para el descanso de otros. Aguardando el verano, la época rica, en la que se trabajará para acumular y pasar un invierno menos duro. Esperar que lleguen. Para que la ciudad se llene de gente, de posibilidades, de encuentros fortuitos, que se irán, y dejaran un recuerdo para pasar el invierno.
Y otra vez el invierno. Los espacios vacíos, la playa plena para los reyes de la expectativa. Hay que acostumbrarse a vivir con un espacio vacío. No es fácil, pero si es de nacimiento es más sencillo.

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