miércoles, 25 de junio de 2008

Otro poema de La Greca

JOHNNY WEISSMULLER

Me muevo por las olas bajo la tutela del agua.
el mar es robusto, disciplinado, repite
lo que sabe: una morosa insistencia en el vaivén.

Voy hacia lo hondo, la espuma se interrumpe
con el tacto de la mano, una glauca plenitud.
El plexo toma aire, se agiganta, apura el justo
escandir de la brazada. Las piernas laxas.
alta, como un mascarón de proa,
la rígida cabeza. Coartada que se hace
en torno de una tabla
que por sola voluntad del mar avanza.

A lo largo de la tabla, con los brazos abiertos,
un cristo boca abajo, un redentor horizontal.

Hay comunión entre mis brazos y la trama
de ese líquido. Solo se agita
lo que sobra, el corazón en el brumoso
dominio de la espuma. Bajo la tabla
el mar es un latido, cuerpo dormido
en el linaje de las olas.

Sentado, a la espera de la onda
que me lleve a la orilla, pienso:
Hubo alguna vez sirenas
en el domestico mar de la bañera.

Fino estandarte que se arquea
solo en la cresta de la ola, soy
afuera, con la fría tabla bajo el brazo,
un muchacho y su amada inerte,
llave en cruz que un viento más
o menos ágil puede
llevar al suelo
con peso de plomada.

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