jueves, 26 de febrero de 2009
jueves, 19 de febrero de 2009
ÚLTIMA FUNCIÓN
domingo, 15 de febrero de 2009
jueves, 5 de febrero de 2009
OPINAN LOS COMIQUEROS. Crítica en COMIQUEANDO
Aquaman
2009-02-05
Por Hernán Martignone
Diego Velázquez, para su obra teatral Aquaman, se calza el traje del hombre de los mares y, hay que decirlo, le queda perfecto. Literal y metafóricamente: el diseño del traje es digno del realismo sutil del teatro puesto en escena y, a la vez, Velázquez da con el físico del rol del personaje (aunque no sea rubio como les gustaría a los puristas), del personaje que ha creado sobre la base de un recuerdo de lecturas de infancia y adolescencia y de la madura y profunda lectura del bellísimo poemario La fuerza de Hernán La Greca (bajo la luna nueva, 2001), cuyos versos están dedicados a otros personajes de historieta como Silver Surfer, Wonder Woman, Flash, Gatúbela y el Hombre Araña. La Greca hace revisionismo historietístico para brindarnos una visión no tan descarnada como la del Dark Knight, sino más bien melancólica e intimista.
Velázquez bebe del poemario de La Greca a voluntad, y además de utilizar como base el poema “Aquaman” (el segundo del librito), se vale del texto del libro cuando Aquaman habla de los otros superhéroes y al mismo tiempo fusiona algunos versos referidos a otros personajes con el discurso del propio Aquaman (mezclando y combinando a Aquaman con Silver Surfer o a Batman con Flecha verde, por poner dos ejemplos), en una verdadera lección de lo que significa adaptar una obra. El discurso poético sirve para darle un tono melancólico y loco (melancóloco), siempre agridulce (o tragicómico, que es lo mismo), tanto al personaje como a la obra, y se vuelve así una justificación y una valoración del lenguaje teatral, tan difícil en su verosimilitud.
Cito, a continuación, el poema completo de La Greca que da título a la obra para que se vea por dónde van el tono y el lenguaje de la obra, que corresponde en su mayoría a la voz (narrativa y actoral) de Velázquez, que surca las aguas de lo poético con soltura y de lo coloquial con lirismo. Aquí el poema.
Eso es, por supuesto, lenguaje poético en estado puro. Uno de los muchos aciertos de Velázquez es, como dije, transformar o incorporar esa lengua al idioma del teatro, o volverlo teatral directamente. Para los que leyeron el libro (es de imaginar que pocos, porque la poesía no es tampoco un género mayor), resulta interesante sentir esos versos actuados, versos de una fuerza inolvidable por cierto; para los que no, sorprenderse por cómo es posible hablar de los superhéroes desde otro lado.
Como pez fuera del agua
Los superhéroes son, aunque muchos no lo quieran ver, la mitología moderna, a la que todos de algún modo han tenido acceso a través de las películas modernas y también de las series y dibujitos del pasado, pero sobre todo a través de la conciencia colectiva. Así como en el pasado, en una comedia de Aristófanes como Ranas, el público se reía de la parodia de Edipo o en una comedia como Aves se reía del semidiós y glotón Heracles, el público de Aquaman reacciona con la risa ante las menciones de Flash o de Spiderman y de alguno de sus atributos tomados y variados por la poesía de La Greca. Hay un gran trabajo de edición y fusión de lenguajes en Aquaman: Velázquez (a cargo de la dramaturgia y de la dirección general) utiliza el sonido de las series de los Superamigos, imágenes de comics que van de los sesenta a los noventa, la reelaboración poética de La Greca y canciones de Death in Vegas, Barnes & Barnes, Sinead O’connor y Nick Drake, en algo que se asemeja bastante a lo que sería un guion para Aquaman de Grant Morrison (pensando en el tono existencialista del Morrison de Seaguy y también en el tono decadente, tristón, de esa novela gráfica sobre un superhéroe acuático). El personaje de Ramón (el acertadísimo Pablo Cura), el cuidador de esa especie de Mundo Marino en el que trabaja y está prisionero Aquaman, es algo así como el sidekick (compañerito) de Aquaman, pero duro, y por lo tanto también en parte su archienemigo, figura insoslayable. Mucho se perdería si la obra fuera un unipersonal.
Puesta en viñeta
Aquaman es, aparte de reelaboración de la poesía en lenguaje teatral y homenaje al superhéroe, una reflexión sobre el teatro. Aquaman, el personaje, es un actor con todas las letras, un actor forzado a enfrentarse con su público. Diego Velázquez trabaja la voz y la expresión corporal para meterse y meternos en su personaje, que ya no es Aquaman sino la representación de Aquaman. La música, la escenografía y el vestuario están perfectos y perfectamente aprovechados. Una cortina que parece de ducha hace las veces de telón y de pantalla, donde se proyectan imágenes acuíferas sobre las que Velázquez canta y baila y actúa de Aquaman como Aquaman (un poco lo que ocurre con el león Alex en Madagascar, y no es ocioso el ejemplo: hay algo a la vez gracioso y terrible en este personaje). También se puede comparar Aquaman, no casualmente o no simplemente por trabajar sobre una historieta, con la versión teatral de El Eternauta, Zona liberada. La verosimilitud de los trajes, la adecuada utilización del espacio escénico y la escenografía, la funcionalidad de la música y el sonido son algunos de los puntos en común (y de los aciertos) de ambas puestas.
La historieta no ha tenido una marcada relación con el teatro (pero sí con el radioteatro), más allá de constituirse los dos, en esencia, como textos dialogales. La historieta, ya se ha dicho, es quizás el más rico de los lenguajes porque con talento cualquier cosa puede ser representada en ella. El teatro, frente a la historieta o al cine, parece poseer menos recursos, pero una riqueza similar en cuanto a lo que puede expresar en su realismo de verbo hecho carne. Esta es una gran oportunidad para ver otras similitudes, otros registros, otras posibilidades, que exceden lo propiamente historietístico, lo puramente teatral.
jueves, 29 de enero de 2009
lunes, 22 de diciembre de 2008
otra crítica...
“Qué quiero ser cuando sea grande” (click en el titulo para leerlo en su pagina original)
Por Silvia Sánchez Urite
Bueno, que mas puedo decir de Aquaman que no hayan ya dicho mis colegas periodistas. A varias semanas de haber visto la ultima función de la temporada 2008 (porque continua en 2009), y después de algunos desperfectos técnicos en mi pc, voy a esbozar algunas ideas sobre la obra de y con Diego Velázquez.
A Velázquez ya lo hemos visto este año en Los sensuales (de Alejandro Tantanian) y Los esmerados (Danza teatro- de Silvina Grinberg). En años anteriores lo habíamos observado como “el Pony” en Cuchillos en gallinas de David Harrower, dirigido también por Tantanian. Es decir que estamos ante un actor hecho de una arcilla moldeable, dúctil, según lo requieran las circunstancias y el texto.
Aquaman es un texto escrito por el mismo Velázquez, tomando como base el libro “La fuerza” de Hernán La Greca. Velázquez también se ocupa de la coreografía (mucho teatro físico, muy bien), la escenografía (simple, despojada) y la dirección general. La dirección de actores esta a cargo de Ciro Zorzoli, compañero de Velázquez en Los sensuales.
Vamos a la obra: Al principio vemos a un ser vestido con unas apretadas calzas de superhéroe que se estrella literalmente contra las paredes en su inútil intento por volar. El, Aquaman es un superhéroe de segunda, cuya única habilidad es comunicarse telepáticamente con los peces y seres del océano profundo. Y esto ¿a quien le sirve? Su gran contrafigura imaginaria va a ser El hombre araña, que le roba fans y adeptos. Y también va a confrontar con las ideas de Batman/Bruno Díaz y Superman/ Clark Kent por gozar de doble personalidad, algo esquizoide, según el.
¿Que es lo que hace este superhéroe caído en desgracia durante mas de una hora en el escenario?
Va a relatar su historia, como fue echado arbitrariamente de la Liga de superhéroes, y se volvió un personaje malo, resentido, marginal, en busca de venganza. También esta en juego hasta la propia sexualidad de Aquaman, si es o no gay, una acusación homofóbica que los demás superhéroes le hacen a diario: “Aunque Batman tiene a Robin” recalcara.
Pero este relato no es lineal, sino que cuenta con elementos multimedia como una pantalla con imágenes del mundo submarino (recordemos a Jacques Cousteau), secuencias donde Aquaman baila como un bufón, o canta como un actor trágico, por ej. la canción de Nick Drake. Hay que destacar que Velázquez nos muestra aquí todo su potencial artístico, en un monologo, a veces interrumpido por un empleado de maestranza que baldea el edificio.
En ese sentido, la no linealidad trata de imitar la estética del comic de superhéroes, que fue líder hasta los setenta, destronada luego por sagas más ambiciosas como Matrix o el Batman oscuro. Por eso, Aquaman es un viaje hacia nuestra niñez, cuando creíamos en los superhéroes y jugábamos a ser ellos (hay una chica- Moro Anghileri- que interpreta a una singular Mujer Maravilla en uno de los videos).
Un espectáculo original, lo que representa un logro, en un teatro independiente que ya repite formulas. Hay que verlo. Un retorno a la infancia primigenia.
martes, 16 de diciembre de 2008
otro comentario en la red.
AQUAMAN, el cómic y el teatro se dan la mano.
(click en el titulo para leerlo en su pagina original)
Diciembre 16, 2008
El otrora famoso superhéroe, el fundador de la Liga de la Justicia, protago- nista en cómics y series de televisión ha caido en desgracia. se encuentra prisionero en una especie de oceanario donde cada tanto le obligan a realizar números como si fuera una foca o una ballena. Éste es el punto de partida de la obra pero en realidad, el texto que Diego Velázquez pone sobre el tapete es mucho más que la historia de una atracción de feria; es un recorrido por las profundidades de un personaje que se encuentra en una disyuntiva existencial. Aquaman, el superhéroe cuyos poderes son insignificantes para muchos, y que además está de capa caida pero que antaño fue tan importante como Superman o Batman se siente absolutamente desdichado. Porque, ¿qué secretos esconde el mar que no conozcamos ya?
Los celos, la envidia, la nostalgia y la impotencia son los elementos que Velázquez extiende durante la hora de duración de la obra. Prácticamente es un monólogo, donde el personaje protagonista reflexiona sobre un pasado espléndido y un presente oscuro. Una manera de humanizar al héroe que antes era casi un dios y que ahora recibe, ya no el trato de un ser humano, sino el de un animal. Pero no se vayan todavía, aún hay más: sus amigos le han abandonado, y comprueba con angustia como una nueva hornada de superhéroes le están apartando del recuerdo y del prestigio acumulado.
Diego Velázquez es el responsable de tamaña propuesta, ya lo habíamos visto en El Rey Lear, por allá el 2006 en el teatro San Martín y en Los Sensuales donde junto a Stella Galazzi fue lo mejor. Ahora, se vuelve a vestir con el traje de actor-director-dramaturgo y el resultado es brillante. El uso del radiocassete devencijado, donde Aquaman escucha una y otra vez segmentos de la serie de televisión donde aparecía, el pescado muerto, el póster de Tiburón, la montaña de conchas (perdón) marinas, las proyecciones del mar donde representa los números para diversión de propios y extraños, hacen de esta obra un espéctaculo poderoso y seductor a la vez que inteligente y sutil. Cabe destacar también el papel de Pablo Cura el cuidador del Oceanario con el que Aquaman comparte su soledad y sus reflexiones cuasi autolíticas.
Junior Galante
jueves, 11 de diciembre de 2008
sábado, 6 de diciembre de 2008
Un comentario sobre la obra
“Aquaman” es la propuesta que nos hace ver a cada uno: nuestros deseos, sueños, temores y pesadillas más ocultas. Es una puesta en escena donde involucra muchos estímulos sensoriales. De forma rápida y cruel transitamos por diferentes estados y siempre estamos espectativos.
Para la propuesta de “Aquaman” están implicadas muchas personas –desde animadores de vídeo hasta entrenadores vocales; pero sólo son dos los que defienden el trabajo en lo que parece una puesta en escena muy sencilla; trabajo que nos dibujan una idea de un hombre-mutante, que tiene ciertos poderes sobre los habitantes del mar y puede estar bajo el agua sin problemas, que al parecer está en una especie de acuario y hace espectáculos para los niños; pero no lo es; realmente hay sueños, deseos, intereses y fuerza en la intriga de la obra.
“Aquaman” es un guiño directo al superhéroe olvidado, y como tal es el guiño hacia aquellos olvidados, o que están solos, o que necesitan a alguien con quien hablar o por lo menos comunicarse.
La soledad, la incomunicación y los deseos frustrados son trabajados desde el espectáculo. Esta obra nos propone ver a alguien ya olvidado, único en su especie, desesperado por comunicarse, por volver a su habitat y por ser libre. Hay un encierro total, camuflado por mentiras, hipocrecía, delirios y un show que parece único y magnífico.
Diego Velázquez y Pablo Cura presentan excelentes interpretaciones, donde uno complementa desde el silencio, desde el juego y desde ser lo contrario, al otro. Ambos actores tienen una gran calidad y claridad en la definición de las acciones internas a seguir. La dirección actoral fue de Ciro Zorzoli, pero la dirección y dramaturgia por Diego Velázquez.
miércoles, 3 de diciembre de 2008
entrevista en PAGINA/12
El esplendor y la derrota de la generación Aquaman
En la pieza que se presenta en el Teatro del Abasto, el superhéroe acuático va a contramano del mito clásico. “Hoy se ve al superhéroe para adentro, se transformó en un problema individual. Es un conflicto de él con él, y con su poder.”
¿Cómo explicar qué era un superhéroe a un niño? “¿Cómo?”, preguntarán aquellos crecidos en la generación de los héroes verdaderos. La virtud total de Superman es incomprensible para un joven espectador de los X Men o de los Héroes, de Universal Channel. Los nuevos relatos masivos tratan de héroes prófugos: los alados tienen la conciencia intranquila por estar “viviendo mal”. No tienen orgullo de casta; están más bien ansiosos porque “aparezca la cura”; son temerosos y están asediados por un villano que es siempre más poderoso que ellos. ¿Qué puede saber de superhéroes alguien que aprendió que Batman, en su versión de 2008, ha devenido en un personaje secundario de su propia fábula?
El Aquaman que interpreta Diego Velázquez (los miércoles a las 21 en el Teatro del Abasto) brinda testimonio de esos superhéroes vencidos. Aquaman ha sufrido la desgracia del encierro y la servidumbre. Su modo de padecer es exhibirse (tolerar ser exhibido) como un “fenómeno” ante morbosos visitantes –rol que se asigna al público en cada función– a un parque similar a Mundo Marino. Su cuidador, para hacer doler más la paliza, ha programado como ringtone de su telefonito el jingle de El Hombre Araña. La crisis generalizada de un relato da la bienvenida a superhéroes trágicos como el Aquaman de Velázquez; su grito (literalmente, cuando no puede soportar más la tortura) representa a una generación perdida. De eso hablan Ciro Zorzoli (el director de teatro que entrenó a los actores de Aquaman), Hernán La Greca (el poeta que los inspiró) y Diego Velázquez, el artífice de la puesta, en un bar de Constitución. Diego Velázquez supo sobre Hernán a través de dos poemas de La Fuerza. Juntos, esta tarde, exploran la melancolía que sobrevuela sus imaginarios.
Trágico
“El personaje de Aquaman vive además otra tragedia: la editorial le cambió la historia y lo volvió un superhéroe que no tiene nada que ver con su origen. Antes era naïf, ecológico casi, no traspasaba los límites del territorio acuático”, dice Velázquez. “Lo oscurecieron mucho: un villano le mató el hijo, la esposa se ha vuelto loca. Le dice que el hijo murió por su culpa. Le cortaron la mano, tiene el pelo larguísimo; ¡tiene una mano de agua!” Su torpe cuerpo ya no puede desplazarse más que rodando; sorbe del charco de agua que hay en el piso como si purgara los últimos restos de dignidad.
Hernán La Greca: –Es típico de la industria hacer cambiar a los superhéroes. En una tira actual, la Liga de la Justicia vive diez mil años después. Me interesan más los lugares comunes del pasado que el nuevo catálogo.
Diego Velázquez: –Claramente Aquaman no tiene que ver con los superhéroes que funcionan hoy...
–¿Qué piensan de los superhéroes de la actualidad? ¿Qué representan para ustedes los viejos y qué los nuevos?
D. V.: –El Hombre Araña es el símbolo de la moda, del ahora. Es el que tiene tres películas; ya de por sí al Hombre Araña siempre le fue mucho mejor que a los otros; ha tenido serie propia, ha sido adulto y adolescente. Es un superhéroe por accidente, alguien que por casualidad o por accidente aprende que héroe no es quien nace como tal.
H. L. G.: –Ninguno nace ni se hace por elección. Siempre se es superhéroe por fatalidad. Quizá Batman sea el único que haya podido elegir.
Sobre el poema
“Me he escapado del amor como he podido. Ahora//me persiguen por impago. En la unción//del sueño está la carne pero nunca es la que espero.//Mi padre era marinero y yo me pinto//anclas o delfines en los hombros, que fatalmente//se borran con el agua.”
Así empieza el texto de La Greca (ver aparte) que da origen a la pasión de Velázquez. Encontró un libro que resumía el fin de la idolatría. Quiso ubicar al autor, subió a su blog una foto infantil hallada en Internet como si rastreara a un niño extraviado; lo consagró como ídolo. Esta tarde, mientras se conocen, no le dice cuánto lo tocaron sus poemas. Más cauto, lo invita a una próxima función. Lo noquearon esas historias de derrotados que se aferran al poder de antaño. El poeta le había encontrado no solamente el dolor a Aquaman: “Mi padre era marinero y yo me pinto anclas o delfines en los hombros, que fatalmente se borran con el agua”. El lamento es colectivo.
–¿Qué otros superhéroes sufren?
Ciro Zorzoli: –Los increíbles son débiles.
D. V.: –El protegido, de M. Night Shyamalan, también deja a la vista una forma de construirlo como un débil.
–Y el Batman de Christopher Nolan (2008) ni siquiera es el protagonista de su propia película, devorado por el Guasón de Heath Ledger. ¿Se puede hablar de una retirada?
D. V.: –Los superhéroes son tridimensionales, no tan lineales, no una sola cosa.
C. Z.: –En términos sociales quedó muy limitada la idea de líder. De pronto, en el mundo no lo hay. Y en algún momento existieron. Hoy todo se presenta contradictorio, todo es cuestionable.
D. V.: –Superman era la imagen del héroe deteniendo a unos ladrones que robaban un banco. Ese discurso ya no vale.
–Más cercanos a los viejos superhéroes son Jack Bauer (Kiefer Sutherland) o Jason Bourne (Matt Damon), en relatos complejos que los sobreponen al terrorismo global y a la conspiración desde lo más alto del poder político. ¿Hay superhéroes sin superpoderes?
D. V.: –Jason Bourne es lineal como personaje; no me convence. James Bond está muy emparentado con Bourne.
H. L. G.: –En Casino Royale es el menos superhéroe de la saga, más humano. Hace sólo lo que efectivamente puede resolver un humano.
Los de hoy
En el cotejo de lo que se recuerda y lo que nos rodea, lo contemporáneo siempre pierde.
C. Z.: –Los superhéroes están en función del deseo de un otro o una otra, más que presentados como seres deseantes.
H. L. G.: –Sólo las mujeres fueron las más sexuadas. La Gatúbela de Michelle Pfeiffer era infernal.
C. Z.: –Esa Gatúbela marcó la diferencia. Hay una cuestión moral: la mujer puede ser usada como un objeto para debilitar al héroe.
D. V.: –Pero donde había sexo verdadero era con La Mujer Maravilla...
–¿Se relacionan los actuales superhéroes con las estrellas de rock?
–En la obra el rock star que por momentos interpreta Aquaman marca ese pico de fama y éxito que luego cae. Se me viene a la cabeza Amy Winehouse.
–¿No encuentran conexiones entre los movimientos a escala planetaria que generan, cómo el rock star, devenido superhéroe, salva a “uno” (David Banda) en representación del mundo?
H. L. G.: –Rige la fantasía de que superhéroe y rock star están muy solos. Comparten el olvido si no logran mantenerse en la vidriera.
D. V.: –Me han dicho que cuando canto en la obra, mi Aquaman recuerda a los Sex Pistols.
C. Z.: –No hace falta investigar la decadencia de una estrella de rock: ya hay un imaginario.
El vacío
D. V.: –Hoy se ve al superhéroe para adentro. Se transformó en un problema individual. Es un conflicto de él con él, y con su poder.
–¿Su drama es cómo hacerse cargo del poder?
C. Z.: –Nadie puede erigirse como figura. El conflicto es “qué me pasa a mí”. De hecho, hasta Batman duda sobre si continuar.
D. V.: –Y en X Men son perseguidos por el presidente y las cosas se ponen complejas.
–También Hancock es un desertor...
D. V.: –Destruye la propiedad privada, rompe, está fuera de control. No cumple con su destino de cuidarnos a todos.
C. Z.: –Batman tiene que pasar a ser clandestino.
–¿Imaginan un resurgimiento desde los márgenes del mundo, desde la Argentina por ejemplo?
D. V.: –No, ellos son la guardia imperial de los Estados Unidos, basta pensar en los colores de La Mujer Maravilla.
–Pero, ¿y Maradona?
C. Z.: –Tenemos una relación muy complicada con las personas que llegan a un grado alto de notoriedad. No sé cuán fácil puede ser desarrollarse en este tipo de sociedad.
–¿Todo el heroísmo se va al fútbol?
C. Z.: –Basta con ver las presentaciones de Fútbol de Primera...
–También las Olimpíadas hablan de superhombres, más que humanos que incluso vuelan en el caso de los acróbatas...
C. Z.: –Pero un superhéroe corresponde a otro estándar de vida, por eso se liga tan poco a una sociedad como la nuestra.
Crítica en NOTICIAS URBANAS
martes, 25 de noviembre de 2008
Crítica en MONTAJE DECADENTE
teatro // Aquaman, de Diego Velázquez
Ahí está Aquaman en su camarín, tan freak y tan popular. Que no es un camarín, sino casi un galpón de cosas en desuso entre las que apenas desentona. Que no es tan freak, y alcanza con escuchar sus sentimientos para comprenderlo. Que ya no es tan popular, y por eso pasó de la Liga de la Justicia a este ¿acuario? en donde no es difícil deducir que alterna su show con las focas y la orca.Quizás los años en Estados Unidos le domesticaron el oído a las canciones en inglés, pero si pasa un tiempo por acá ya va a descubrir el tango y, robándole las palabras a Alfredo Le Pera, va a cantar “Si arrastré por este mundo / la vergüenza de haber sido / y el dolor de ya no ser, / bajo el ala del sombrero / ¡cuántas veces embozada!, / una lagrima asomada / yo no pude contener”.¿Qué habrá sido Aquaman que ya no es? ¿Sabrá él mismo lo que ha perdido o es un agujero en su existencia sin clara identificación? ¿Qué hay de real de esa Arcadia subacuática que parece contemplar cuando se le pierde la mirada con ternura resignada? Son muchas preguntas, muchas más que las aquí punteadas. Y no es temporada de respuestas.Pero el tipo se la aguanta. No se escapa. Y todas las adversidades que se le han hecho carne parecen convertirse en poesía. “Si crucé por los caminos / como un paria que el destino / se empeñó en deshacer, / si fui flojo, si fui ciego, / sólo quiero que comprendan / el valor que representa / el coraje de querer”. Ah, entonces, ¿se trata de un querer? Más interrogantes.Testigo cotidiano pero no por ello menos perplejo, su cuidador o domador o presentador –según en qué rama del reino animal haya reubicado el mercado al melancólico héroe de viñetas– apenas puede ofrecerle instantes de humanidad. Bastante para quien ha salvado tantas vidas y hoy habita en ese frasco de lujo, pero frasco al fin.La comprometida interpretación de Diego Velázquez echa luz sobre este relato que constantemente se repliega como hacia un sombrío laberinto sin salida. El cruce de su trabajo con la proyección de imágenes no hace más que ennoblecer su labor. A su versatilidad en la actuación y en la danza, suma aquí las responsabilidades de la dramaturgia y de la dirección, y bien las desempeña. Las coreografías las creó con el talentoso Diego Rosental. Y en escena lo secunda Pablo Cura, preciso y eficaz, cuyo regreso a la escena porteña es de desear duradero.Que siga cantando, pues, Aquaman, así llega al estribillo de Cuesta abajo y evidencia tanto dolor a la vez que nos oculta su origen: “Era para mí la vida entera, / como un sol de primavera, / mi esperanza y mi pasión. / Sabía que en el mundo no cabía / toda la humilde alegría / de mi pobre corazón. / Ahora, cuesta abajo en mi rodada, / las ilusiones pasadas / ya no las puedo arrancar. / Sueño con el pasado que añoro, / el tiempo viejo que lloro / y que nunca volverá”.Sí, Aquaman: definitivamente, el tango es lo tuyo.
Lucho Bordegaray.
martes, 11 de noviembre de 2008
entrevista en TELAM
El protagonista del cómic "Aquaman" es el eje del espectáculo del mismo nombre, que se presenta en el teatro del Abasto y que tiene como autor e intérprete al teatrista marplatense Diego Velázquez.
Velázquez comentó en diálogo con Télam que "Aquaman" era su superhéroe preferido en los años de su niñez, aunque "era muy 'naif' y hasta cierto punto muy inútil porque fuera del agua no servía para nada".
Pasada la adolescencia y ya instalado en Buenos Aires, no hace más de cuatro o cinco años, volvió a reencontrarse con la historieta de un "Aquaman" totalmente reformulado respondiendo a una estrategia de marketing de acuerdo a los requerimientos de la actualidad.
"Es una versión muy violenta -subrayó-. En esta etapa ha sido padre de un niño que es asesinado por un villano, al tiempo que otro malvado le corta la mano. Es así que ahora aparece con pelo largo, un garfio y un odio que lo hace no querer ver a nadie. Fue como encontrarme con una persona que yo conocía y que de repente cambió mucho".
Está claro que esos cambios en los cómics tienen que ver con el intento de vender mejor al personaje ya que con las características que tenía inicialmente, a los chicos de ahora no les interesaría.
Otro elemento decisivo en la motivación de Velázquez fue el libro de poesía de Hernán La Greca, "La fuerza", dedicado a sus amigos, a los que relaciona con figuras de superhéroes muy vencidos, derrotados, con poderes inútiles y con deseos más humanos.
Finalmente un tercer elemento se entrelazó con los ya mencionados: su experiencia de vida en Mar del Plata, a la que considera "una especie de ciudad vencida".
"Es una ciudad que tuvo su esplendor, su época de gloria, que fue una súper-ciudad pero con el tiempo se ha ido cayendo -evocó-. Nací en una ciudad que está preparada para otros y casi todo el año está vacía, donde la ausencia está muy presente todo el tiempo salvo tres meses al año en los que está invadida. Oscila entre la ausencia y la invasión".
"Mezclando todas esas cosas empecé a ordenar algo que terminó siendo este espectáculo", afirmó.
En cuanto a la estructura del espectáculo y las características que le dio al personaje, Velázquez contó: "armé una excusa, traté de encontrar un soporte escénico para que me permita decir los textos de Hernán La Greca desde el personaje del Aquaman que yo me imagino".
El punto de partida de la obra es un Aquaman trabajando en una especie de Mundo Marino, que tiene mucho de cautiverio o encierro.
En cuanto a la definición del protagonista, reconoce que "es un intermedio entre las dos versiones, es éste de ahora queriendo ser aquél, es éste con la añoranza del que fue, porque el que es ahora tampoco sirve, no tiene espacio y tampoco le va bien porque es un superhéroe que no vende".
En el espectáculo aparece como si estuviera en cautiverio, como si fuera la atracción de ese lugar, teniendo que hacer un show cada diez minutos. Lo que el espectador ve es un show, los diez minutos de espera, otro show...así hasta hacer las cuatro apariciones en público y los momentos de espera en el medio.
En esas esperas está con otro personaje, una especie de cuidador-domador. "Hay algo en esta situación de encierro como de bestia salvaje, como el león viejo y vencido, tirado en la jaula", graficó.
A pesar del indudable tono nostálgico, Velázquez sostuvo que también hay pasajes de humor. "Aquaman tiene mucha envidia de los superhéroes a los que les fue muy bien y en especial con el Hombre Araña que ya lleva tres películas en cartel", comentó "Y si bien yo no voy a buscar el chiste, hay algo de humor que surge de la misma situación", especificó en torno a una de las aristas que de la pieza que se presenta los miércoles a las 21 en la sala sita en Humahuaca 3549.
A manera de resumen comentó que en la propuesta "hay una dualidad entre aquello que se fue y esto que se es hoy".
domingo, 9 de noviembre de 2008
jueves, 6 de noviembre de 2008
Crítica en LA NACION
El blues de un superhéroe que (casi) cayó en el olvido
Aquaman, impecable trabajo visual
Aquaman, con Diego Velázquez y Pablo Cura. Dramaturgia: Velázquez en base al libro La fuerza, de Hernán La Greca. Coreografía: Velázquez y Diego Rosental. Diseño sonoro: Guillermina Etkin. Iluminación: Matías Sendón. Dire
cción actoral: Ciro Zorzoli. Dirección general: Diego Velázquez. Miércoles, a las 21, en el Teatro del Abasto. Duración: 60 minutos. Blog: www.apartirdeaquaman.blogspot.com
Nuestra opinión: buena
Parece ser que Diego Velázquez, magnífico intérprete, es un fanático de los superhéroes. De hecho, hace tres años fue uno de los creadores de Super , trabajo que se presentó en el Festival Internacional de Buenos Aires. En esa ruta, esta vez reparó en Aquaman, aquel personaje que formó parte de la Liga de la Justicia junto a otros héroes con más prensa, glamour, merchandising y mucho más Hollywood que este fulanito que se quedó nadando sus propias y solitarias aguas.
Desde hace tiempo venía con ganas de hacer algo basado en ese personaje acuático creado en 1941. Tan personal fue esa búsqueda -y el resultado final- que, por primera vez, se convierte en responsable de la dramaturgia, protagonista, escenógrafo y director a la vez de esta obra con cierto tono de blues y chispas de un tipo que más que héroe es casi un antihéroe que se la pasa añorando un tiempo que fue hermoso.
En Aquaman , Diego Velázquez recrea su Atlantis con imágenes proyectadas de Mar del Plata -su lugar de origen- entre cornalitos, nostálgicas fotos
de edificios cerrados, canciones de Sinead O´Connor y Nick Drake, un corto de animación de Bernardo Greco y cierta frustración existencial por saberse con poderes que ya no generan fanatismo. Entre el olvido, cierto dejo de rencor y la soledad que se apodera de su mundo, construye a esta criatura (y al espectáculo en sí mismo) en el cual conviven momentos de una bellísima y cautivante poética con escenas de aguas más turbias en términos dramatúrgicos.
Acompañado en escena por Pablo Cura (¿especie de domador de una kermesse en la que Aquaman hace su número?) y con coreografía suya y de Diego Rosental (excelente dúo), el trabajo interpretativo de Diego Velázquez está a la alt
ura de lo mostrado en Decidí canción , Los sensuales y 23.344 . O sea, fácilmente podría integrar la Liga de la Justicia de los mejores intérpretes locales.
Alejandro Cruzviernes, 24 de octubre de 2008
Crítica en REVISTA SIAMESA
'Yo no quería esto. Yo quería un amor esplendido, alguien a quien decir: tanto, siempre, eternamente. Yo no quería este cuerpo extraordinario y sin uso, quería esa fuerza que tenía mi padre cuando cantaba los sábados al mediodía'
Resulta que los superhéroes también son humanos.
Aquaman se nos presenta así: el superhéroe más humano del mundo.
Celoso, nostálgico, desesperado. Sin doble cara, sin novias famosas que se matan tratando de descifrar su secreto, él sólo supo ser Aquaman. Nada más. Este Aquaman es envidioso de las dobles identidades de Clark Kent o Peter Parker.
En esta pieza teatral se descata la utilización de las imágenes. El dialogo con lo audiovisual se mezcla con naturalidad con la rica actuación de Diego Velásquez. Y lo mejor es el pantallazo a un mundo marino onírico a través del corto de animación de Bernardo Greco que se proyecta a la mitad de la obra.
Por momentos da la sensación de que estamos ante la representación de un cantante pop caído. Un espécimen único que ama las cámaras, que sueña con la fama que se escapó. En otros momentos se presenta nada más que como un nene perdido que no puede encontrar el camino de regreso.
Hijo de un marinero que no amaba el mar sino que odiaba a la tierra, solitario, bajo el cuidado con desgano de su ¿amigo?, su ¿secuestrador?, su ¿empleado?, lo encontramos debajo de las luces.
A veces ríe. A veces llora.
¿Qué es Aquaman? ¿ Quién es Aquaman?
¿Estuvo enamorado de la mujer maravilla?
¿Qué sueñan los peces debajo del agua?
¿Qué sueñan si están en la tierra?
martes, 21 de octubre de 2008
Crítica en culturAR
TEATRO // AQUAMAN: LA SOLEDAD DEL HéROE
Por: Laura Ventura - 16/10/2008
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Diego Velázquez despliega su inmenso talento como intérprete y bailarín, e incursiona con este trabajo en la dirección. Un héroe caído en desgracia recuerda épocas de gloria desde su búnker, una habitación detrás de la piscina del acuario donde entretiene a algunos (pocos) nostálgicos.
It´s not easy to be me” (“No es fácil ser yo”) canta el protagonista de Acquaman, uno de los siete grandes superhéroes de la Liga de la Justicia, quien salvó al mundo de las garras del Mal en el pasado. Pero ahora el mundo no requiere de sus servicios y en lugar de surcar los mares, padece sus días en la piscina de un acuario, donde quizá no sea más que la atracción para unos pocos memoriosos.
Diego Velázquez se basó en La Fuerza, de Hernán La Greca para crear a este héroe, que como todos (como Aquiles, con su famoso talón, o Supermán, ante la criptonita) tiene debilidades y flaquezas.
Aquaman se enfrenta a diario contra el olvido, la ingratitud de sus pares y la condena eterna de su peor enemigo: la soledad. En un mundo digital, en el que los héroes no nacen, sino que se hacen por accidente, este personaje no tiene armas ni dispositivos tecnológicos; su único don es el que lo acompaña desde niño, su destreza natural para moverse como pez en el agua y su capacidad telepática, ya casi en desuso, pues no se comunica con nadie, apenas con su ayudante (Pablo Cura).
Velázquez logró una puesta emotiva, con un ritmo constante, pinceladas de humor, escenas musicales, que acompaña con su propia capacidad (humana) histriónica y corporal y algunas novedosas video instalaciones.
miércoles, 15 de octubre de 2008
entrevista en LA NACION.
Un superhéroe en desgracia
Diego Velázquez escarba en la figura de Aquaman y en su historia personal.
Dejó Mar del Plata a los 18 años y llegó a Buenos Aires "con toda la excitación, dispuesto a estudiar, a conocer". El actor Diego Velázquez agrega: "no llegué apichonado, por el contrario, traía todas las ganas". Y aunque cargaba algo de formación teatral y un interés particular por el mundo del cine, cursó estudios en la Escuela de Arte Dramático mientras se fueron sucediendo diversos trabajos y en diferentes circuitos, bajo las órdenes de directores siempre creativos: José María Muscari, Ciro Zorzoli, Alejandro Tantanián, Jorge Lavelli, Gustavo Tarrío, Silvina Grinberg, entre otros.
Y como es un actor "muy activo", según se define, llega ahora a su primera dirección: Aquaman, una obra que también interpreta junto a Pablo Cura y que esta noche comenzará a tener funciones en el Teatro del Abasto. Diego Velázquez llega algo demorado a la entrevista con La Nacion y se lo nota nervioso. Es que faltan unos pocos días para que se produzca su estreno y hay algunas cuestiones que debe apurarse a resolver. De algo parece estar muy seguro y es que, ese personaje que le robó a la historieta, ahora lo pone en situación de revisar algo de su historia, con Mar del Plata incluida. El proyecto, en verdad, comenzó hace cuatro años, cuando se conectó con una nueva versión de Aquaman que lo desconcertó. "De chico me gustaban mucho los superhéroes de los cómics ?cuenta?. Aquaman era un ser naif, muy poco útil, fuera del agua no podía hacer mucho. Hace cuatro años tomé contacto con una versión actual y el personaje está devastado. Lo casaron, tuvo un hijo al que un villano mató, otro villano le cortó una mano y aparece con un garfio. Aquaman se cargó de odio. Su imagen también es distinta: tiene pelo largo, barba, ya no quiere ver a nadie. Fue como encontrarme con un compañero de la primaria hecho bolsa". Con esa historia como disparador, el creador fue pensando la forma de llevar a escena algo de ese mundo personal fantástico que lo acompañaba en la niñez y esta realidad que quizás impuso el marketing a la hora de renovar a ciertos personajes. Velázquez encontró un libro, La fuerza, de Hernán La Greca, que le posibilitó construir en este presente una figura más compacta de su superhéroe. "Es un libro hermoso ?comenta?, escrito con mucho cariño, donde La Greca escribe textos a sus amigos a partir de las figuras de los superhéroes. Fui empezando a mezclar cosas, recopilé diversos materiales. Yo quería que el trabajo lo dirija Ciro Zorzoli. Nos fuimos juntos a Mar del Plata, tomamos fotos, quería rescatar algo de la ciudad para integrarlo al espectáculo y Ciro me dijo que, en realidad, quien debía dirigir Aquaman era yo. Me tuve que hacer cargo de que es mío. Es la primera vez que siento la necesidad de que un proyecto personal se concrete, sea, verdaderamente". El proceso de creación fue complejo. Si tenemos en cuenta que Diego Velázquez participó de la creación y como intérprete de los espectáculos Los sensuales y Los esmerados su capacidad de trabajo resulta envidiable. "Prioricé estos trabajos este año y con ganas. Es donde quiero estar. No soy un actor pasivo, me gusta involucrarme en los proyectos hasta donde el director lo permita. Y estas obras me permitieron ser, realmente, un actor creativo". En el cine Diego Velázquez está empezando a tener su espacio y lo está disfrutando y va por más. Participó en Amorosa soledad, película de Vicky Galardi y Martín Carranza, recientemente ganadora del premio del público en el Festival de San Sebastián y es uno de los protagonistas de El niño pez, la nueva producción de Lucía Puenzo.Carlos Pacheco
Para agendar
Aquaman, dirigida por Diego Velázquez. Teatro del Abasto , Humahuaca 3549. Miércoles, a las 21. Entradas: entre 15 y 20 pesos.Trabajos realizados
Teatro: Pornografía emocional, 3 ex, Puentes, 23.344, El niño en cuestión, Decidí canción, Rey Lear, Cuchillos en gallina y Los sensuales.Cine: Amorosa soledad y El niño pez.
Danza: Los esmerados.
miércoles, 8 de octubre de 2008
Ficha Técnica
Con: Diego Velázquez y Pablo Cura
Diseño de vestuario: Guido Lapadula
Coreografía: Diego Rosental y Diego Velázquez
Diseño sonoro, versiones y entrenamiento vocal: Guillermina Etkin
Diseño de iluminación: Matías Sendón.
Escenografía: Diego Velázquez
Edición de video y subtitulado: Laura Palermo
Actuación en video: Moro Anghileri, Pablo Cura y Diego Rosental
Dirección de corto de animación: Bernardo Greco
Ilustrador en animación y gráficas: Hernán Paganini
Asistencia de producción: Mariana Grondona
Fotos: Laura Ortego
Producción: Laura Palermo/ Conjuro.
Asistencia artística: Pablo Cura y Diego Rosental
Dramaturgia: Diego Velázquez, en base al libro "La Fuerza" de Hernán La Greca
Dirección actoral: Ciro Zorzoli
Dirección general: Diego Velázquez
Agradecemos muy especialmente el apoyo económico de Tomas Pozzi.
y a Romeo Fasce y Luciana Quartaruolo por el trabajo.
Agradecimientos: Bruno Luciani, Mariano Stolkiner, Alejandro Tantanian, Silvina Grinberg, Juan Pablo sierra, Martin Laplace, Marcelino Bonilla, Gustavo Tarrio, Marianela Fasce, Anahí Alonso, Hernán La Greca, Juan Branca, Fernanda Orazi, Romina Chepe, y a Oria Puppo por la gran ayuda.
martes, 19 de agosto de 2008
hasta aquí llegamos.
Si de algo estoy convencido desde hace mucho tiempo es que las obras tienen que hablar por si solas: Las obras de teatro, las películas, las artes plásticas (tan insoportablemente conceptuales últimamente).
Cada vez que una obra necesita de toda la perorata teórica de su creador para poder sostenerse... hay algo que no anda bien.
Las explicaciones o aclaraciones, son direcciones de lectura. Y estas tienen que haber podido transformarse en signos dentro de la obra para poder llevar a quien mira hacia ese lugar al que se viaja por medio de una creación artística.
Y así, hoy me doy cuenta que tener este blog, compartir con muchas o pocas personas (no lo sé) el proceso de este trabajo, es una forma de adosar una cantidad de información sobre la obra que salga de todo esto, que condicionará la vista pura de quien la vea.
Y qué mejor que cada uno pueda tener su propia lectura de los hechos?
Si el trabajo está lo suficientemente bien encaminado en cuanto a la claridad en lo que se quiera comunicar, ahí estarán todos los espectadores recibiendo (casi) lo mismo. En algún sentido, aquello que "quiso decir" el responsable de la obra.
pero ¿ Y si ni él tiene claro qué es eso que está diciendo?
Ojalá los procesos fueran tan claros y organizados.
O no. Desentrañar el caos es sabroso. Angustiante, pero sabroso.
Libertad para poder decir lo que uno quiera, incluso aquello que no sepa que quiere ser dicho.
Y libertad para que cada uno de los espectadores vea y lea la obra que quiera ver.
Hasta aquí llegamos.
Nos vemos en las funciones.
Diego.